Adviento es el tiempo oportuno y privilegiado para escuchar el anuncio de la liberación de los pueblos y de las personas. En él se percibe una invitación a dirigir el animo hacia un porvenir que se aproxima y se hace cercano, pero que todavía está por llegar.
Tiempo para descubrir que nuestra vida depende de unas promesas de libertad, de justicia, de fraternidad todavía sin cumplir; tiempo de vivir la fe como esperanza y como expectación, tiempo de sentir a Dios como fruto absoluto del hombre.
Reavivamos en él y revivimos la admirable espera de Israel por el mesías; anticipamos el final de los tiempos aún pendiente y por venir; incrustamos en esa línea histórica nuestro presente como encarnación y compromiso.
en este periodo del año, evocador y sugerente, recubierto con el dorado otoñal de los paisajes, se puede penetrar muy profundamente en el misterio de la existencia auténtica y del Dios verdadero. El Dios del Adviento es el que nos empuja siempre hacia algo que se acerca, hacia lo por venir. El Dios cristiano no es una mera presencia sobre el mundo, como un toldo inmóvil que lo cubriera. es una promesa de presencia.
I DOMINGO DE ADVIENTO
Evangelio Mt 24, 37-44
La espera de la venida de Cristo al final de los tiempos no hace de los cristianos unos holgazanes que duermen el sueño beatifico de la evasión, sin oque hace de ellos los seres más activos y operantes de la construcción del mundo. De aquí la exhortación primordial de Jesús: "Velad". "¡Cuidado con el sueño religioso!".
II DOMINGO DE ADVIENTO
Para el reino de Dios no valen los privilegios dinásticos. no basta ser hijos de Abrahán. La gratuidad y universalidad del don de Dio lleva consigo las sorpresas de los desplazamientos in sospechosos. ¿Por qué creer, entonces, que el "occidente cristiano" tiene el monopolio del reino de Dios?
III DOMINGO DE ADVIENTO
la proclamación del Evangelio no es solamente una buena noticia para le final, sino ya desde ahora. El evangelio no puede ser proclamado si al mismo tiempo y como consecuencia de ello no empiezan aya a andar los cojos, a ver los ciegos y a salir de su indigencia los pobres. no puede haber evangelización sin liberación.
IV DOMINGO DE ADVIENTO
Evangelio Mt 1, 18-24




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